Caroline Fourest es una izquierdista radical francesa y activista lesbiana que ha hecho de los ataques al Frente Nacional una cuestión obsesiva y personal. Asimismo, Fourest se muestra muy indulgente con la comunidad islámica de su país, sin importarle, al menos en apariencia, la actitud oficial del islam hacia la tendencia sexual que ella representa. Ni tampoco que Marine Le Pen haya apoyado públicamente el reconocimiento pleno de los derechos civiles de los gays y lesbianas franceses.
En esa pulsión suicida que caracteriza a la izquierda europea, los enemigos de mis enemigos ideológicos son mis amigos, pese a que estos profesen una ideología inspiradora de odio y de intolerancia extrema. Por si fuera poco, la lesbiana publicó un libro muy crítico contra Le Pen justo antes de las elecciones presidenciales galas y acusó a su partido de “demonizar” a los musulmanes, seres angélicos a los que según ella había que apoyar política y económicamente. Se trató de un nuevo ejemplo de la terca fascinación de la izquierda francesa hacia el islam. Nada nuevo bajo el sol de la república vecina del norte.
Pero una cosa es la teoría y otra los hechos. Caroline Fourest fue invitada a un festival anual comunista para debatir sobre la mejor forma de frenar al Frente Nacional.
Lo que no esperaba la activista lesbiana es que, nada más tomar la palabra, un grupo de musulmanes presentes en el acto hicieran lo que en ellos es habitual: recurrir a la violencia y acusar a los organizadores del acto de “islamófobos”. Caroline Fourest no se libró de la ira de los musulmanes, que le reprocharon su tendencia sexual y su estilo libertino de vida.
La refriega se saldó con varios heridos y un buen número de contusionados. De no ser por la gravedad del momento político presente que vive Francia, la situiación vivida en el festival de los comunistas nos induciría más a la risa que a la indignación. ¿Aprenderán los comunistas franceses esta vioenta lección para comprender la verdadera faz de los musulmanes? ¿Ustedes lo creen? Nosotros tampoco.
En esa pulsión suicida que caracteriza a la izquierda europea, los enemigos de mis enemigos ideológicos son mis amigos, pese a que estos profesen una ideología inspiradora de odio y de intolerancia extrema. Por si fuera poco, la lesbiana publicó un libro muy crítico contra Le Pen justo antes de las elecciones presidenciales galas y acusó a su partido de “demonizar” a los musulmanes, seres angélicos a los que según ella había que apoyar política y económicamente. Se trató de un nuevo ejemplo de la terca fascinación de la izquierda francesa hacia el islam. Nada nuevo bajo el sol de la república vecina del norte.
Pero una cosa es la teoría y otra los hechos. Caroline Fourest fue invitada a un festival anual comunista para debatir sobre la mejor forma de frenar al Frente Nacional.
Lo que no esperaba la activista lesbiana es que, nada más tomar la palabra, un grupo de musulmanes presentes en el acto hicieran lo que en ellos es habitual: recurrir a la violencia y acusar a los organizadores del acto de “islamófobos”. Caroline Fourest no se libró de la ira de los musulmanes, que le reprocharon su tendencia sexual y su estilo libertino de vida.
La refriega se saldó con varios heridos y un buen número de contusionados. De no ser por la gravedad del momento político presente que vive Francia, la situiación vivida en el festival de los comunistas nos induciría más a la risa que a la indignación. ¿Aprenderán los comunistas franceses esta vioenta lección para comprender la verdadera faz de los musulmanes? ¿Ustedes lo creen? Nosotros tampoco.
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